Las cepas que forman esta combinación dan lugar a un rico yogur que aúna las cualidades del yogur búlgaro original con las del yogur bífidus, algo menos denso, cremoso y ácido que el yogur búlgaro normal sin bífidus. Recomendado para el desarrollo de la flora del bebé y para las personas que sufren de irregularidad intestinal. Produce vitaminas, A, B, y K. Potencia la absorción del calcio, hierro, cobre, zinc, magnesio y manganeso. Ayuda en caso de estreñimiento, regulando los movimientos peristálticos, acompañado de una dieta adecuada. Opera como agente antienvejecimiento. Equilibra la flora intestinal. Inhibe el crecimiento de H. pylori y E. coli. Reduce la diarrea aguda y leve. Favorece la biodegradación de las lipoproteínas. Reduce los triglicéridos. Aumenta los leucocitos después de la quimioterapia. Rebaja la excesiva permeabilidad intestinal. Elimina toxinas del organismo. Reduce los patógenos bucales. Activa las funciones del sistema inmunitario. Se recomienda fermentar de una vez hasta 5 litros de leche animal o bebida de soja (o menos, si se prefiere). Ambas producen un Yogur de buen espesor. Fermenta también otras bebidas vegetales, si bien en este caso la textura resultante es prácticamente líquida. Elaborar a unos 40º, en yogurtera, olla eléctrica, horno o robot de cocina con función yogur. Tiempo de fermentación: De 8 a 10 horas en la primera siembra (al abrir y echar el sobre) y de 4 a 6 hs. en las sucesivas resiembras (vertiendo 4 cucharadas soperas rasas del yogur ya hecho en el siguiente litro de leche o bebida vegetal). Se aconseja resembrar un máximo de 5 veces. Mantener el sobre en frío y usar mejor al completo una vez abierto, para evitar que entre la humedad, se activen las bacterias y mueran por falta de alimento, o por la contaminación de agentes patógenos. En caso de querer reservar una parte del sobre, doblar muy bien, presionar con una pinza y meter en una bolsa cerrada en el frigorífico, sin tardar más de una semana en gastarlo del todo.